- Sabor a chocolate, de José Carlos Carmona. Si os digo que me compré este libro sólo por hacer la gracia de meterlo en la piscina, no os estoy mintiendo. Lo encontré en la librería metido en un jarrón con agua y no pude evitar compararlo jeje. Sin embargo, ha sido un libro que me ha gustado mucho. Su lectura es ágil y te engancha rápidamente en una trama de intrahistoria situada en la Suiza del siglo XX: el personaje central se llama Adrian Troadec y sólo os diré que montó un imperio chocolatero por amor. Me gusta mucho como el autor, que recibió el Premio Universidad de Sevilla por esta obra, mezcla los hechos históricos con las vidas de sus personajes (seguro que algún docente ya está utilizando esta novela en sus clases, yo lo haría). Además, hay que visitar el mini-site de la novela, con una de las "entradas" a un sitio web más suculentas que he visto nunca.
- La elegancia del erizo, de Muriel Barbery. Llevaba un cierto tiempo detrás de este libro, desde un día que escuché a un oyente de La Ventana de la Cadena Ser decir que este libro le había hecho feliz. Me pareció sublime que un libro pudera darte la felicidad. Por otro lado, enfrentarse a un libro desde tan altas expectativas suele dar malos resultados. A mí no me ha hecho feliz pero sí me ha proporcionado unos buenos ratos de lectura y, sobre todo, de reflexión. ¿Cuál es la elegancia del erizo? Pues que detrás de un exterior que no anima al acercamiento se encuentra un interior rico, complejo, hermoso, incluso sabroso, diría yo. Esta es la base de esta novela ambientada en un París de clase alta y con una portera amante de la literatura rusa como protagonista. Es un libro muy bien escrito (aunque reconozco que con frecuencia no me gustan los libros donde aparece de manera evidente la autora en la construcción de sus personajes y en esta portera que lee filosofía hay mucha autora escondida) que te hace pensar sobre los valores que sustentan nuestra sociedad.
- The Brief Wondrous Life of Oscar Wao, de Junot Diaz. La entrada del 10 de mayo del Observatorio Atrium Linguarum me descubrió a este autor de origen dominicano afincado en los Estados Unidos de Norteamérica y estaba deseando encontrar el momento para poder leerlo. Realmente no me ha decepcionado. Es un libro sobre un muchacho, gordo y de una peculiar extravagancia intelectual, llamado Oscar, pero también es un libro sobre madre, sobre la familia Cabral, sobre la dictadura de Trujillo (como introducción gustosa, es bueno leer un par de novelas tan fantásticas como La Fiesta del Chivo, de Mario Vargas Llosa y Galíndez, de Manuel Vázquez Montalbán), sobre la emigración, sobre las maldiciones, sobre la República Dominicana, sobre los EE.UU. El libro escrito en inglés pero con un uso constante del español (lo siento, no he visto la traducción, pero lo suyo es leerlo en inglés para disfrutar del "spanglish") nos mete de lleno en el espacio que Oscar y su familia ocupan entre los parientes dominicanos y la sociedad americana. Es un texto vibrante, atrevido, mágico en algunos momentos, doloroso en otros. Ya tiene su propia entrada en la Wikipedia, algo querrá decir, ¿no?
07 septiembre 2008
Los libros del verano. Parte Primera
Cada verano aprovecho para leer la literatura no-académica que durante el curso voy comprando y cuya lectura aplazo hasta esta época del año, más agradable para una lectura sosegada. Estos son los libros que me han acompañado este verano (por orden de lectura, que es un detalle que siempre me ha parecido importante - la valoración de un libro depende, en ocasiones, del libro que te has leído justo antes):
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