Es probable que usted no me conozca; creo que nunca hemos hablado aunque sí le he visto cuando ha visitado mi centro. Normalmente la dirección es su interlocutor y no yo, uno más rodeado de niños y de niñas. Sin embargo, quisiera ahora decirle algunas cosas que llevo tiempo pensando y que ya no puedo callar más.
Le necesitamos. No quiero decir que yo le necesite, ni siquiera mi centro. No hay grandes problemas entre nosotros ni con el alumnado o sus familias; o, al menos, los problemas que hay aún creemos que podemos solucionarlos. Cuando digo que le necesitamos, quiero decir algo distinto: somos todos quienes le necesitamos, a usted y a sus compañeros y compañeras de la Inspección Educativa.
Necesitamos sentir que están ustedes con nosotros. Necesitamos saber que han comprendido que somos nosotros quienes sostenemos el sistema. Necesitamos ver que saben ustedes distinguir entre aquel cuya carrera profesional es una ausencia y quienes hemos corrido una carrera de obstáculos por cumplir con nuestra obligación y por intentar mejorar la escuela. Necesitamos que ustedes hagan bien su trabajo para que todo funcione como tiene que ser.
No se preocupe, no voy a decirle o recordarle cuál es su trabajo. Prefiero recordarle que usted también estuvo en una clase y sabrá, por tanto, cuánto cuesta que la escuela inclusiva no sea un slogan y se convierta en realidad, que la escuela de calidad no es la de los papeles sino la de los niños y niñas que aprenden y crecen para convertirse en buenos ciudadanos. No vengo a pedirle que haga usted bien su inspección, vengo a rogarle que sea usted el primero entre sus iguales.
Ahora, cuando se dice a la opinión pública que no trabajamos mucho mientras por la espalda nos quitan profesorado y recursos, cuando se ocultan datos y se falsea la realidad, me dirijo a usted. A usted, que visita muchos centros y puede contrastar realidades. A usted, que tiene formación, información y capacidad de análisis. A usted, que goza del prestigio y el respeto que a mí me cuestionan. A usted me dirijo para pedirle que hable de nosotros, de nuestro esfuerzo y de nuestros logros: sólo usted puede luchar contra el discurso del fracaso educativo tanto como contra el mismo fracaso.
No quiero más, sólo oír su palabra y saber si usted recuerda qué significa estar en un aula o si ese recuerdo lo ha cambiado, definitivamente, por el Reino de los Cielos.
Espero su respuesta.
8 comentarios:
Tomo como mías tus palabras, Fernando, y añado que intenten "estar más" y subir su "temperatura" educativa, calidad sí, y calidez también.
Un saludo!
Vaya que si les necesitamos!!!!!!!!!!!!!!
Cuanto dicho en tan poco espacio.
Hazte cargo. Aquí la Delegación Provincial (ahora servicios periféricos) y su Delegado (ahora coordinador provincial) ocupan una séptima planta de un edificio de servicios múltiples. La inspección de educación y su inspectora jefe la octava y última del edificio. Por encima del bien y del mal. En las alturas. En los cielos. Así nos va a los mortales.
Compañero, le aseguro que le escuchamos, no se nos debe olvidar que todos jugamos en el mismo equipo!! :-)
Ozú qué valor.
Me gustaría resaltar que el principio de autoridad es el que echamos más de menos, del principio que yo llamo "presión benevolente" y que ayuda mucho a que las cosas puedan funcionar mejor.
Hemos cambiado la presión por el trabajo bien hecho, por la de mantener el status quo, no me muevas la silla y yo no te la muevo a ti, y otros principios que se detectan (y detestan) en la convivencia diaria en cargos de Educación.
Se dice que la educación está mal, también que la educación es tan buena como lo son sus profesores, ambas afirmaciones difíciles de contestar porque llevan mucha verdad, pero lo que yo llevo muchos años preguntándome es ¿cómo hemos llegado a la situación actual en que da igual ser "buen profesor" que "mal profesor".
O aún peor, con muchas probabilidades, muchas, al buen profesor o profesora le van a dar dos veces; que ¿por qué?, pues por descerebrante que parezca, por proponer las medidas que pone en marcha la propia Consejería. Hablemos de competencias básicas, o de promoción del funcionamiento democrático, o de auténtica participación de las familias, o del funcionamiento en equipo.
Por supuesto que entre el servicio de Inspección hay también diversas opiniones y sensibilidades, como en el propio del profesorado, pero la impresión que me llega como servicio es que Vds. ya no creen en estas cosas. Si se encuentran con profesores que promueven avances en educación por caminos nuevos, lo normal es que esa persona sea el problema, y no lo que seguramente denuncia.
Esa perversión mata a los y las mejores.
A mí también me encantaría oír una respuesta, y si fuera posible dialogante.
¿los inspectores... son nuestros compañeros...? ¿tenemos algunos compañeros o compañeras que no viven en nuestros colegios...? A mí también me gustaría que contestaran a tu petición. Siento curiosidad por conocer su opinión...
con tu permiso copio tu entrada en mi fb y en nuestra blog.
Sólo una frase: a algunos no los necesitamos, es más, deseamos que se vayan, se alejen, se jubilen, se miren a sí mismos y reconozcan que están en un mundo en el que desentonan.
Anónimo, quiénes estamos en el mismo equipo? de esta forma no podremos saber quiénes formamos el mismo equipo.
Y quisiera contestar a Fernando García que cuánta razón tiene, cuánto más interés pones por hacer las cosas que "ellos" te dicen que tienes que hacer y cuánto más tiempo dediques a cambiar lo viejo por lo nuevo, buscando encontrar una mejor manera de enseñar, de calidad calidad... peor sienta a los demás y menos apoyo encuentras... vamos que te dan dos veces y más...
Publicar un comentario