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    07 febrero 2008

    No tengo contrato de integración

    Lo reconozco. No tengo contrato de integración. Sin embargo, obedezco las leyes (incluso las que me parecen injustas o incluso cuando me cobran un canon por copiar mis artículos en un CD o en mi discuo duro), pago mis impuestos (¿puede alguien en España, salvo residentes en Ceuta, Melilla y Canarias, negarse a pagar el IVA?¿no es ese un impuesto?), intento aprender siempre que puedo (otra cuestión será si enseñamos adecuadamente a quien quiere aprender) y respeto las religiones y las costumbres de mis vecinos (aunque soy ateo y no se bailar sevillanas).



    No tengo más comentarios. Es la senda del odio, que nos conduce al abismo del enfrentamiento.

    Salud

    5 comentarios:

    Anónimo dijo...

    Amigo Fernando, no puedo aguantarme, tengo que decir algo como comentario en este magnífico y filológico blog que hoy se torna político en el buen sentido.

    Lo de las grandezas del sistema sanitario español, que considera el señor Arias Cañete que hay que mantener a resguardo de moribundos de otras tierras, le preguntaría algunas cosas. ¿Por qué no utiliza como ejemplo el de los ingleses y europeos que practican en España el llamado "turismo sanitario"? Pero aparte de nacionalidades, aquí veo que hay en el fondo, como siempre, la cuestión eterna: ricos y pobres. Respecto a que vengan los ecuatorianos arrancados de sus países a malvivir y buscarse honradamente la vida, como hicimos los españoles... ¿Eso sí le parece mal? ¿Debe seguir cada uno en su redil? ¿Trabajando de sol a sol por sueldos que, como dice él mismo, no dan para mamografías ni para antibióticos o vacunas? ¿Pagando una culpa ajena, sufriendo un mal que no causaron y que constituirá la herencia de sus hijos? En India los enfermos de sida sí tienen tratamiento gratis, pero mueren porque carecen de dinero para comprar el hielo que necesitan para conservar los frascos en casa. He visto levantarse un país entero a las cinco de la mañana, para trabajar como bestias, y hablo de clases medias, sin vacaciones pagadas, pensiones, justicia social, ni, en efecto, los beneficios de nuestro sistema sanitario. Pero son ciudadanos de países llenos de riquezas, como Bolivia. Además son sabios, humanos; porque la pobreza hace ver cosas que desde las opulentas alturas y las barrigas llenas tal vez no puedan verse (que ya lo dijo un tal Jesús de Nazaret). No, no voy a apelar a la compasión, porque son ellos quienes deben compadecerse de nosotros. Sí diré que me alegro de que vengan a España, porque sé que puedo aprender mucho de ellos. Han aguantado economías salvajes, abusos y opresiones durísimas, para venir con los pocos ahorros que hayan logrado y encontrarse con la incomprensión y el desprecio en muchas ocasiones. Pero sí, pueden usar nuestros servicios, como los autobuses públicos, que en toda Centroamérica fueron fabricados en los años 60 y vendidos por EEUU. Los datos podrían continuar, pero no deseo acaparar espacio y, además, quien no está informado es porque no quiere estarlo. Me respaldan dos tercios de la humanidad.
    Esas palabras que he oído me han dolido mucho, porque siento el dolor de mis hermanos como propio, porque soy ellos, porque todos somos extranjeros y porque me niego a perder la capacidad de amar.

    Sí, me he enfadado gracias a Dios.

    Un abrazo, amigo Fernando.

    Marcos
    http://educayfilosofa.blogspot.com

    Ojeda dijo...

    Gracias, Marcos por tus sentidas y sabias reflexiones. Yo iba a hacer una gracieta, pero después de leer tu comentario, tengo el índice de indignación -o de pena, tal vez- más alto que el del humor y voy a pasar; en cualquier caso, sí quisiera corroborar la opinión de que estos mensajes no hablan de extranjeros o inmigrantes, sino de pobres. En la costa andaluza tenemos muchos de ejemplos de ciudadanos de origen extranjero que no 'se integran' ni aprenden la lengua, ni pagan impuestos aquí, que a veces utilizan los servicios públicos con arrogancia, y siguen al pie de la letra cada una de las costumbres, ritos, vestuario, etc. de sus países de origen... y sin embargo, no solo no les amenazamos con expulsarlos de 'nuestra casa' sino que les hacen la ola en cuanto alguien intuye que pueden dejar una propinilla.
    Qué lastima de mundo!
    D.

    Diego Ojeda.
    Motril

    Laura Andrade dijo...

    Querido amigo Marcos:

    Me honra saber que lees nuestro blog, porque yo también leo (con alevosía y nocturnidad) tu fantástico blog sobre Educación y Filosofía.

    Mi umbral de indignación está en los límites de tolerancia, y tú sabes bien qué significa tolerancia - aún recuerdo tu tesis.

    Sólo espero que las ideas no se conviertan en acción política. No se lo merecen. No nos lo merecemos.

    Un abrazo

    FT

    Anónimo dijo...

    Yo tampoco tengo contrato de integración... y también me cabreo muchísimo con el tema...
    Te dejo un artículo, que puede que conozcas, sobre la "aporofobia": http://www.etnor.org/html/pdf/adela/200300080.pdf
    un abrazo

    Juan José Calderón Amador dijo...

    clap, clap, clap...monstruoso lo de metablog todoele ...sois espectaculares