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Papá Noel es humano y necesita un descanso. Cuando los niños ya no miran, el navideño Nicolás se dirige a la barra, se quita los guantes, se abre el traje rojo y respira. Toda la tarde bajo los focos del centro comercial y abrazando llorones mientras enumeran sus peticiones puede acalorar al más santo de los santos, sobre todo cuando no supera los setecientos euros al mes y tiene que llevar esa barba durante tantas horas.
Consumir es el motor de nuestra economía y todo está bien engrasado para que el mecanismo funcione: todo reluce, todo brilla, todo el mundo es agradable y te desea felicidad, "feliz año", "felices pascuas", "feliz navidad".
Mi amigo Antonio me dice que esta será la última navidad que disfrutaremos, felices y encantados, gastando como posesos. A partir de aquí, ¿dónde estaremos?¿Quiénes seremos?¿Cuánto gastaremos?
Descansa, Papá Noel, todo va bien.